JUEVES SANTO
- @pjsfxela
- 9 abr 2020
- 8 Min. de lectura
Guía para vivir el Misterio Pascual en familia.

Materiales:
Biblia
Pequeño altar en representación de la Santa Eucaristía
Actividad: Colocarse alrededor del pequeño altar que representa la Última Cena de Jesús. Realizar las lecturas y la meditación entorno a el. Asignar a un miembro distinto para realizar cada lectura, así como la meditación.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Actividad: Puedes iniciar escuchando el canto “Qué bien se está aquí” de Athenas, el cual, podrás encontrar en el siguiente link:
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (12.1-8.11-14): En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones."» Palabra de Dios.
Salmo
Sal 115,12-13.15-16bc.17-18 R/. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R/. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. R/. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26): Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.» Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.» Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.» Palabra del Señor
Meditación
En el Jueves Santo se vive y se celebra la hora del amor supremo e infinito de Jesús y, al mismo tiempo, se celebra el don supremo de la libertad manifestada en un amor que se entrega hasta el extremo. La gratuidad del amor de Jesús y la manifestación totalizante de su entrega se revelan en el lavatorio de los pies, una vida donada que se convierte en ejemplo para sus discípulos. Es en la última Cena donde la comunión y la fraternidad se manifiestan; Jesús obra desde esa comunión con el Padre y muestra su disposición y deseo para buscar el bien de todo ser humano. Lástima que la lógica del amor de Jesús servidor a veces cuesta asumirla en nuestras vidas y los prototipos humanos nos impiden seguir el ejemplo de servicio y amor de Jesús. Jesús no se cansa de enseñar por eso hasta el final instruye a sus discípulos: “El Señor y el Maestro” se hizo siervo. Cada uno de nosotros que formamos su comunidad debe continuar con esta herencia para poder dar la vida al mundo desde los valores que Jesús realizó y enseñó. Jesús día a día se ha entregado, ha dado su vida, pero ha llegado la hora de manifestar ese amor hasta el extremo y quiere dar la vida antes de que lo entreguen. Jesús, una vez más, con ese gesto de ponerse de rodillas para lavar los pies, quiere devolver al otro la posibilidad de continuar el camino. Pedro se quiere resistir a entrar en la radicalidad del evangelio, pero Jesús lo reprende: “si no te lavo no tienen parte conmigo”. Solo tiene entrada en Jesús el que sirve, el que se pone de rodillas a su lado para lavar los pies del más necesitado, del más sencillo, del más pequeño”. Hoy, el Señor nos invita a realizar gestos fraternos y a familiarizarnos con las palabras que orientan la vida y el obrar de Jesús: “sin límites”, “hasta el extremo”. Jesús hoy toca los pies de sus discípulos, la mano servicial lava y limpia los pies de quienes quieren continuar la tarea. Jesús purifica, rescata, libera con esas manos que se extenderán en la cruz. La única manera de reinar es servir, donarse a sí mismos, hasta “perder” la vida como lo hará Jesús en la cruz en una donación total. Podríamos decir que, ante el lavatorio de los pies, si todavía quedaban deseos guardados en el corazón de sus discípulos de glorias humanas, se fueron desvaneciendo con este gesto de Jesús que revela completamente su identidad y su misión. Porque con ese gesto recordamos las palabras de San Pablo: “tengan los mismos sentimientos de Cristo” (Fil 2, 5) y lo que Jesús mismo nos dice: “El hijo del hombre no vino a ser servido sino a servir” (Mc 10,45). La humanidad necesita de purificación, Jesús nos purifica con su palabra y su amor. Cada día nos llenamos de suciedad, ahí es cuando más nos tenemos que acercar a Jesús que nos purifique del alma, desde el interior, para que nos capacite para participar en el banquete Eucarístico. La última Cena nos invita a servir para acercarnos al altar, a dar nuestra vida como Jesús que se ofrece y se da como alimento, comer su Cuerpo y beber su Sangre quiere decir convertirse en un solo cuerpo con Él.
Actividad: Se puede escuchar en este momento la canción “Milagro de Amor” de Jaire Juventud Misionera, el cual, podrás encontrar en el siguiente link:
Oración de los Fieles
En esta tarde (noche), tan diferente de otras tardes (noches), estamos invitados con los apóstoles a la Cena del Señor. Roguémosle que sepamos conectar íntimamente con su propia actitud y disposición interior, en aquella noche antes de su pasión, y digámosle: R/ Quédate con nosotros, Señor.
- Señor Jesús, Cordero de Dios, tú cumples la voluntad del Padre hasta el fin; eres fiel a tu misión de amor. Danos la misma fidelidad, para que no busquemos con terquedad nuestra propia voluntad, sino la voluntad del Padre, en todo lo que hagamos. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.
- Señor, en la Última Cena encontraste una forma misteriosa y sacramental para permanecer por siempre con los que amas. Danos fuerza y valor para seguir estando del lado de los que necesitan amor, para que les ayudemos en su miseria y pobreza, y les induzcamos a esperar en ti y en la vida. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.
- Cristo, nuestro Salvador, en la Última Cena tú nos diste tu mandamiento de amor como tu último testamento. Danos la gracia de comprometernos a hacer obras de amor, de forma que así podamos celebrar genuinamente la eucaristía, trabajando también por la justicia social, por la paz y por el respeto de la dignidad humana de nuestros hermanos. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.
- Señor, en esta tarde (noche) santa, tú nos muestras que tu amor no consiste en meras palabras, sino que es totalmente eficaz, más fuerte que la muerte, pues entregas tu vida por nosotros. Danos fuerza para amarte a ti y a los hermanos con un amor más fuerte y efectivo que las palabras, con un amor fiel y total. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.
- Señor Jesús, en esta tarde (noche) santa, tú nos enseñas que “amor” significa servicio humilde. Te pedimos valor para hacer “obras de caridad”, no para ser vistos por la gente, sino para ayudar a otros callada y discretamente, respetando su dignidad humana; y danos arrojo para dar preferencia a los más pobres, a los desconocidos, a los pequeños, a los marginados y rechazados de la vida. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.
Señor Jesucristo, Señor de amor: Tú dijiste en la Última Cena -y nos lo repites a nosotros esta tarde (noche)- que una persona no puede tener mayor amor que dando su vida por sus amigos. Danos fuerza para evitar vivir para nosotros mismos, y, gracias al calor de nuestros corazones y a nuestra entrega de unos a otros, para hacer tu amor un poco más visible en la tierra, para que todos crean en ti, ahora y por los siglos de los siglos.
Es sumamente importate recordar que después de la Última Cena, Jesús fue con sus apóstoles al huerto de Getsemaní a orar, antes de que lo apresaran y comenzara así su pasión, para morir al día siguiente en la cruz. Como a los apóstoles, el Señor nos pide a nosotros también vigilar y orar con él. Por lo que te invitamos a realizar un momento de oración en la intimidad de tu casa, la cual, puede ser de dos formas:
Puedes reflexionar, en el rato de nuestra adoración, sobre la forma cómo él aceptó su pasión por amor fiel a su Padre y a nosotros.
Puedes también darle gracias por permanecer con nosotros en la eucaristía, para ser entre nosotros vínculo de unidad y de amor.
Te dejamos el documento para que lo puedas descargar:

Sofía Cifuentes Coutiño
Sofía es coordinadora de Pastoral Juvenil en la parroquia Sagrada Familia, es editora y cocreadora de este blog.
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